En una de las cartas, ya avanzada la obra, la protagonista le describe a su amado el estado de felicidad en que se halla: sin rivalidades ni problemas, habiendo conseguido todo lo que quería, sin nada más para imaginar ni para desear (1). Pero paradójicamente, algo extraño se produce en esta comodísima situación, que resulta perturbada por una punzante inquietud. Una vez reconocida y saludada la plenitud feliz, se siente un desasosiego que emerge del corazón; “Soy muy feliz; la felicidad me aburre. ¿Conoce algún remedio para esta desgana del bienestar?”
- Jean-Jacques Rousseau, Julia, o la nueva Eloísa.
La penúltima bondad, Josep María Esquirol
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