El intercambio de sentimientos de los personajes en la serie Mr. Robot es algo complejo. Se podría analizar la empatía entre los personajes y traer a la superficie la cantidad ingente de sentimientos entre ellos – de tipo familiar, profesional, ideológico, cultural (cultura informática, cultura marginal urbana), pero difícilmente podríamos considerarlas como empáticas.
En cambio, nos parece más relevante observar la posible empatía entre los personajes de la serie y el espectador. Y, por razones obvias, especialmente la posible empatía/aversión de la entidad Elliot/Mr. Robot y ésta con el espectador.
Empatía e inmersión.
Ambas se hallan unidas en la experiencia gratificante del jugador de video-juego, aunque originariamente se explica a partir de la experiencia del usuario de realidad virtual (Thon, 2015). La inmersión se puede definir metafóricamente como la agradable experiencia traslación a un lugar simulado. Para Ryan (2001), refiriéndose a un estado de suspensión y empatía, inmersión puede describirse como un proceso de “recentramiento” , o consciencia de sí mismo cuando se encuentra emplazado en otro mundo – ficcional – .
En la serie Mr. Robot ocurre una situación de experiencias simuladas en un entramado dramático y lúdico a la vez. Toda la estructura de la serie puede entenderse como un juego de posiciones entre hackers. Los espectadores de la serie se han quejado más de una vez de saltos lógicos en la trama, de falta de información sobre ciertas situaciones narrativas, de continuadas interrupciones en el relato de eventos de la historia.
Pero esa misma discontinuidad de la historia, invita al espectador a una experiencia de inmersión colaborativa durante la serie que le induce a ver, oír e imaginar situaciones a veces apenas desarrolladas pero con una intensa carga latente de presencias fantasmales o realistas.
Entre esos seres está la presencia de Mr. Robot a la que Elliot desearía someter a su voluntad. Mr. Robot se halla inmerso en el cuerpo de Elliot aunque éste, en su deseo más íntimo, no desee expulsarlo de su yo para aprovechar sus facultades en los momentos necesarios. Algo así como sucede en la narrativa e iconografía religiosa en el que el individuo (un santo. una santa) lucha contra el demonio sabiendo que no lo puede expulsar de su cuerpo pero sí disfrutar del placer de luchar con el fin de someterlo a su voluntad (San Agustín, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús). Es esa lucha Elliot tiene la sensación permanente de ser rodeado por otra realidad (la gran ofensiva contra el poder y el capital, la corrupción y la explotación liderada por Mr. Robt), como sumergido en una piscina. Todo su aparato corporal se halla asediado por Mr. Robot. En este recentramiento de la conciencia de Elliot (entrar en otro mundo, en el de Mr. Robot) ocurre la inmersión. Es la construcción de la representación mental de un mundo en donde se halla Mr. Robot y su visión de las cosas diametralmente distintas al mundo que desea construir Elliot.
Empatía.
Parece difícil aplicar la etiqueta de empatía al entorno de Elliot, plagado de gente poco recomendable con quienes difícilmente compartirías una copa o le prestarías tu automóvil. Tampoco veo posible la empatía del espectador con los personajes y sus objetivos criminales. Las historias de cada uno se resuelven en subtramas distópicas y resultaría bastante difícil que pudieran provocar otra cosa que emociones discordantes, depresivas e incluso aversivas en el espectador.
Como hemos comentado en Mr. Robot y La Chaqueta Metálica, en este mismo blog, la serie Mr. Robot tiene un anclaje en el personaje Elliot, afectado por una dualidad psicótica que le lleva sucesivas inmersiones en dos mundos contrarios. El de Elliot y el de su padre.
El juego de inmersiones de la serie lleva al espectador a una metanarrativa (“Metanarrativa. Referencia autorreflexiva sobre el acto narrativo”, Vilches, 2017): observamos las emociones “reales” de Elliot (las que vive como dueño de sus acciones) y las que entendemos como emociones “ficticias” (las que vive como Mr. Robot). La serie lleva al espectador a una experiencia autorreflexiva consistente en permitirle una emoción genuina como respuesta a un personaje que entendemos como más real (Elliot), al tiempo que cuestiona la segunda como más ficticia (Mr. Robot).
El espectador se enfrenta a la dificultad de percibir como una continuidad la historia de Elliot, porque en la serie se emplea con profusión la metalepsis (Vilches,2017), una de los artificios narrativos muy usados en la novela postmoderna. Cada vez que el espectador se inmerge en la historia de Elliot, ésta viene interrumpida deliberadamente para dar paso a la ficción protagonizada por el fantasma de su padre. El espectador – basado en su experiencia del mundo real – experimenta las acciones de Elliot como lo más real, y por oposición le lleva a considerar la información procedente de Mr. Robot como ficticia. Es decir, el espectador suspende la incredulidad frente a Elliot y bloquea la respuesta de sus sentimientos hacia Mr. Robot situándolo como el fantasma de Elliot. Un ejemplo puede ilustrar mejor esta idea: son frecuentes los monólogos interiores de Elliot a los que asistimos (“Yo tengo el poder”. “Yo soy el responsable”). En cambio, el monólogo en Mr. Robot no es posible al carecer de entidad propia.
La experiencia del mundo real le permite al espectador entender como marcas de empatía visual ciertos dispositivos cinematográficos, como el primer plano de Elliot, su mirada profundamente triste, las escenas que siguen su soledad por las oscuras calles de Nueva York, su cariño al perrito arrebatado al novio de su psiquiatra, etc. Otro de los elementos que atraen la empatía hacia Elliot son las secuencias de una cierta tregua emocional, pequeños momentos de estabilidad pero que suelen ser vividos intensamente: la secuencia de la familia de Elliot de vacaciones durante un viaje en automóvil (que mal acaba con agresiones entre padres e hijos), las breves escenas de amor con Ángela o los acercamientos sinceros con su hermana,
o aquellas de malestar existencial y físico de Elliot y el sufrimiento durante las fases de desintoxicación.
La empatía como sentimiento proyectado puede implicar también a objetos inanimados. La adicción a la heroína de Elliot también implica una respuesta emocional dentro del cuadro psicológico del personaje y se manifiesta como una empatía. La relación con la heroína es paralela a la relación con Mr. Robot de tal manera que se podría decir que la existencia fantasmal de su padre es una especie de empatía intra-sensorial (sentimiento por su padre) en la que está anulada la separación del aparato motriz (al contrario que Deanna Troi de Star Trek, que posee el don de la empatía extrasensorial con sus compañeros de nave) produciendo el contagio emocional y la fusión de los sentimientos del yo de Elliot con el alter ego de Mr. Robot. La lucha de Elliot contra la adicción a la heroína es paralela a su lucha contra Mr. Robot. Vencer a la droga y a Mr. Robot. Una batalla física y espiritual de la que, como sabemos solo saldrá vencedor, por ahora, de la droga, rechazándola (oponiendo apatía a empatía ), mientras que con su padre ¿llegará, después de todo, a una relación empática (reencuentro e inicio de una complicidad), que el final de la tercera temporada parecería sugerir?
Ryan, Marie-Laure (2001) Narrative as Virtual Reality: Immersion and Interactivity, in Routledge Encyclopedia of Narrative Theory, London and New York, Routledge.
Thon. Jan-Nöel (2015) “Immersion”. In Marie´Laure Ryan, Lori Emerson and Benjamin J. Robertson (eds) The Johns Hopkins Guide to Digital Media, Baltimore, Johns Hopkins University
Vilches, Lorenzo (2017) Diccionario de teorías narrativas. Cine, televisión, transmedia. Caligrama, Barcelona
Categorías:Publicación, serie