Valerie Ganne
Entrevista con Pierre Salvadori, autor y realizador de Comme elle respire o Les marchands de sable. *
Pregunta: ¿Ha llamado alguna vez a algún dialoguista?
Pierre Salvadori: Uno que fuera solo dialoguista, ¿es un poco extraño, no? Eso me hace pensar en los americanos que tienen “sparklers”, especialistas en buenas palabras. ¿Llamar a un dialoguista? ¡Tendría la impresión de confiar mi niño a un psicópata! No es realmente mi manera de proceder. El diálogo es antes de todo la expresión de los personajes, aquello que el autor genera porque los conoce bien. No me gustan los diálogos de autor, la virtuosidad, el talento que aparece demasiado. Es necesario que los diálogos se inserten en la narración, sino es artificial. No soy fan de Blier y de Audiard, incluso si reconozco el placer del ritmo de las palabras, de personajes coloridos. Pero al igual que las intrigas, los diálogos de autor manipulan al espectador. También hay que desconfiar de la televisión, de recetas tipo Friends que proponen gags cada minuto: eso pasa solamente en ese contexto. Para mí, el diálogo es antes que nada la prolongación del guión, un completamiento, y no una manera de hacerlo más atractivo. Es como una luz hermosa, eso no se hace notar. La comedia es lo más difícil: se necesitan diálogos que prolonguen la situación desmultiplicándola. Por ejemplo, en Veber, Wilder o incluso en Lutbisch, los diálogos son complementos de citación. La adaptación y los diálogos es lo que Mankiewicz llamaba la puesta en escena. Hitchcock ha hecho un discurso sobre la dramaturgia en el MOMA en el que decía que los diálogos debían llegar en el último extremo, cuando no se podía exprimir más a la imagen.
Pregunta: ¿Cómo trabaja UD con los diálogos?
P.S: En general, trabajo la historia con un co-guionista . De allí surge un tratamiento muy preciso, de unas treinta páginas. Luego escribo la continuidad dialogada. Me encanta escribir los diálogos sólo. Tengo la impresión de describir el secreto de cada personaje, y también es una forma de apropiármelos. Es absolutamente necesario que me sienta inmerso, trabajando día y noche, aislado, fuera de Paris. Yo retomo los diálogos frase tras frase. Separo las frases si no son impactantes, elimino a un personaje por otro. Es un trabajo agradable, pero largo y preciso. Me han propuesto intervenir en los diálogos de los guiones de otros, pero lo he rechazado. Un día, después de Les Aprrentis, un cineasta vino a decirme que era el mejor dialoguista de Francia, ¡pero yo me lo he tomado muy mal!. El cine permanece un punto de vista, los personajes deben hacer nacer de la narración y no ser sus prisioneros. Un diálogo es bueno cuando no se le puede extraer de una película: eso se escucha, pero no se entiende.
* Publicado en Synopsis
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