Cine

LOS MONÓLOGOS SON UN CALVARIO

Entrevista con Sylvie Testud, intérprete de Karnaval de Thomas Vincent, Les Blessures assassines de Jean Pierre Denis y Stupeur et tremblements de Alain Corneau.*

Pregunta: ¿Para qué sirven los diálogos de una película?
Sylvie Testud: Son el ritmo de la escritura y definen la esencia de un personaje. Por eso es preciso que sean homogéneos. A veces noto que los diálogos de una misma película no han sido escrito por la misma persona, porque hay una cambio de vocabulario en un mismo personaje.

P.: ¿Cómo aprende sus diálogos?

S.T.: Los leo una vez y no vuelvo a mirar el guión. Si lo aprendo sobre el papel, veo la página de rodaje. Necesito imaginar para aprender, visualizar lo que digo. Es por eso que después de esta primera lectura repito mi texto con alguien que tiene el guión en sus manos. Los diálogos para mí son hiperimportantes, lo aprendo hasta olvidar que soy quien los inventa. Lo que me interesa es el camino que debo recorrer entre yo y el diálogo que se me ha entregado.

P.: ¿Le ocurre transformar las réplicas que le dan?
S.T.: No, porque tengo una manera muy deshilvanada de expresarme. Yo recojo las palabras, hablo por imágenes y no siento las cosas hasta que las veo en el guión. A veces llego a pedir modificaciones en el guión. No en el plató, sino antes, en el momento de las lecturas, cuando se dice el texto en voz alta. Entonces se ve inmediatamente si el diálogo está demasiado escrito, imposible de asumirlo. Esto me pasó con La Captive de Chantal Akerman que dialoga muy bien y muy precisamente. Pero había una escena en donde los diálogos me ponían problemas. Ha bastado que Chantal cambiara dos palabras para equilibrar todo y aliviarme. En Les Blessures assassines, me tocó en una escena en la que debía decir dos veces la misma réplica antes de agredir a la actriz a quien me dirigía. Pero esta réplica repetida me impedía elevar la tensión necesaria para golpear a mi interlocutoria. Hice detener el rodaje. Me quedé sola con Jean-Pierre Denis y el ingeniero de sonido para discutir. Nos dimos cuenta que la réplica tenia una significación redundante con el gesto que debía ejecutar y que por esta razón me bloqueaba. El ingeniero de sonido propuso equilibrar mi diálogo más tarde y todo se resolvió.

P.: ¿Existen dificultades especiales para los diálogos de época?

S:T:: La trampa no está siempre donde se la espera. Parece más duro aprender alejandrinos que la prosa compuesta de palabras actuales. Pero es falso. Usar palabras muy ancladas en la época actual puede impedir a veces guardar esa pequeña distancia necesaria para la actuación que le da vida a la historia.

P.: ¿Se aprende de memoria los monólogos?

S:T:: ¡Es un calvario! No tanto por una cuestión de ritmo sino porque después de la primera dicción me pongo siempre la cuestión de saber a quién se dirige eso y entonces pierdo el hilo de mi dicción.

P.: UD. interpreta en diversas lenguas, ¿Le cambió eso sus sensaciones como actriz?

S:T:: Yo interpreto en alemán y en inglés, que hablo perfectamente, y en japonés que no lo hablo. Es una demostración de que no se dicen las palabras. Yo aprendo fonéticamente mis diálogos en japonés. Yo sabía incluso lo que cada palabra quería decir pero estaba obligada a estar dentro de la situación en el plató para actuar bien. A los actores se les pide hacer creer una situación. Por ejemplo, cuando nos despidamos, Ud. se habrá olvidado de las palabras empleadas durante esta entrevista, pero recordará el sentido de lo que se ha dicho. Hay excepciones cuando se ve, por ejemplo películas como Le Roi et l’oiseau de Paul Grimault y se escuchan las palabras de Jacques Prévert. Para volver a los diálogos en otra lengua, estoy persuadida de que he tenido suerte al comenzar con los diálogos en lengua extranjera.

P.: ¿Cuáles son sus diálogos cultos?

S:T: Los de Michel Audiart, o Bertrand Blier que adoro, o Jacques Audiant en Regard les hommes tomber por la manera tan elegante de Jean –Louis Trintignant cuando pronuncia “gili-pollas” dividiendo muy bien las silabas sin gritar.

P.: ¿Considera Ud. la voz en off como una variante de los diálogos?

S.T.: Sí, es un ejercicio muy difícil, eso debe ser diferente de la situación mostrada porque si no carece de interés. Pero si es demasiado distante eso tampoco cuela, y tampoco debe ser demasiado narrativo para que no sea aburrido. En Stupeur et tremblements, hay diálogos enteros de la novela de Amélie Nothomb que componen una voz en off formidable: “ Yo, de pequeña, soñaba con llegar a ser Dios, me dije que llegaría a ser Cristo, finalmente me dije que me haría mártir y finalmente me encuentro aquí en la toilette…” , o “ Se sentía tan enervada que tenía Nagasaki en el ojo izquierdo e Hiroshima en el ojo derecho”

P.: ¿Qué diálogos le ha gustado decir?

S.T.: Los de un cortometraje con Caroline Champetier, entre otros. Y debía decir: “Mi madre de todos modos dice todas las tonterías que le pasan por la cabeza, ¡allez hop! ¡Y las dice! “ Y también los que digo a un personaje del que me quiero vengar en un tono muy anodino: “En diez años puede ser que estés muerto”. Me encantan las réplicas de personajes que dicen lo que les pasa por la cabeza. Sería feliz de decir diálogos aparentemente gratuitos o sin interés.

*Publicado en Synopsis

Categorías:Cine, entrevista, Guion

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